Una disciplina conduce inevitablemente a otra
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¡Saludos!
Pocos de nosotros estaríamos en desacuerdo con la idea de que nos convertimos en lo que hacemos y en lo que pensamos más. Entonces, ¿por qué no hacemos y pensamos en opciones y hábitos mejores y más saludables para obtener las ventajas que esas opciones nos brindan?
Resulta que la formación de hábitos es una ciencia compleja. Se han escrito libros sobre el tema y se ha consultado a eruditos durante siglos; se sabe muy poco sobre este proceso. Pero recientemente, los investigadores han logrado avances genuinos en la comprensión de la psicología de la formación de hábitos, es decir, de los buenos. Y, una vez adoptados, el cielo es el límite.
Lo que recomiendan los expertos, y lo estoy simplificando, es lo que llaman “fragmentación”, es decir, tomar un hábito deseado y establecer un “listón bajo” para alcanzar esa meta… para empezar.
Tomemos como objetivo beber 4 vasos de agua al día.
Ese es un buen objetivo, ¿verdad?
La primera semana, tu “trozo” es beber un vaso (extra)
Cada día.
Entonces... celebra la victoria. Adelante, hazlo, campeón. Se siente bien. Desfila, canta, baila. Cuanto más, mejor.
La semana siguiente puso el listón en
dos vasos y repetir la parte de celebración.
Y la semana que viene… bueno… ya lo tienes.
Estos pequeños logros tienen un efecto muy dramático en nuestro subconsciente y dan como resultado la liberación de dopamina, el neurotransmisor de la felicidad. De este modo, el hábito se establece como una acción que nos hace sentir bien y nuestro cerebro lo refuerza.
Tu pequeño “truco” es un sistema de recompensa cerebral que puede usarse una y otra vez para generar también “grandes victorias”.
La creación de sistemas supera a la creación de objetivos, ya que se trata de una herramienta, en lugar de un acto único. Como se ha dicho, una disciplina lleva a otra... y así sucesivamente... a medida que se va dominando esos malos hábitos y se crean más buenos hábitos, cosechando los frutos a lo largo del camino.